Para la vez que me pusieron retenedores en los dientes, teniendo yo tal vez 12 ó 13 años, recuerdo la cara de forzado consuelo que ponía el dentista mientras me apretaba los alambres tirando hacia atrás tanto las muelas como los nervios: "Lo tuyo es sencillo, en menos de un año ya te los estamos quitando, descuida". Los 12 meses resulta que se volvieron 40 y tres años después estaba por enésima vez en el sofá del dentista con la blanca luz del foco de apoyo tirando sus rayos hacia dentro de mi boca, pero en esta ocasión para por fin cumplir la promesa de retirar los alambres.
Traigo a colación el episodio del dentista y los retenedores porque es el mismo caso con este último reto que ya termina y hoy se presenta su resultado completo: aquel de 30 días que se transformaron en más de 365, pero que, tarde aunque seguro, se termina. Múltiples razones hacen que la cosa se extienda tanto, y al igual que con los retenedores, molestan en el proceso pero te hacen sonreír mejor al final. He aquí otra colección de vivencias e invenciones que buscaron la manera de salir a superficie con trazos, letras y colores y que en esta ocasión me dio el nuevo placer de presentarme además muchas buenas canciones que no conocía. Y aquí es donde tal vez radica la única diferencia de la comparación con los alambres que tanto vengo mencionando: a diferencia de éstos, ya quisiera meterme en otro reto una nueva vez. Todo se trata de sonreír, ¿no? Gracias a todos los que les han dado su agradable seguimiento, que se unieron desde ahora o que vienen desde antes. Espero estén sonriendo también. Si tienen algún favorito entre los dibujos de esta colección, en lo personal me encantaría que se dejaran escuchar sobre eso (o por el contrario, acabar con alguno de ellos). Sean libres y exprésense. Sin timidez: no les luce. Au revoir.
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