lunes, 12 de junio de 2006

El Día de la Bestia

Y llegó el tan esperado y temido sexto día del sexto mes del sexto año, con expectativas bíblicas de destrucciones apocalípticas. Amaneció, las sombras de la noche cedieron paso a la claridad y medio mundo esperó que la tierra se abriera y saliera una bestia con ...... cabezas (perdón, pero me olvidé de cuántas eran, tendré que revisar el texto de nuevo), y nos devorara a todos, al mismo tiempo que entre un aperitivo y otro tirara fuego por la boca y hablara en antiquísimos lenguajes perdidos al revés. Medio globo quiso que las iglesias se llenaran, que muchos vendieran sus propiedades y se entregaran al acto del arrepentimiento en la cima de una montaña, y que todas las prostitutas y asesinos pidieran perdón a Dios. Lamentablemente para los que estaban tan hastiados de vivir y eran demasiado pendejos para dejar por sí mismos de hacerlo, el mundo no se terminó y la gran mayoría vivió. Fuera del Anticristo cinematográfico de "The Omen", el diablo no hizo presencia física ese día, así que los escépticos creyeron poderse ir a dormir tranquilos. La mala noticia es que ambos grupos de creyentes se equivocan. Los fanáticos del Apocalipsis y los incrédulos.

El mal no es el diablo que está cogiendo candela en el infierno con una hueste de demonios estilo los que combate Constantine en la película, ni el gran ser con cuernos y el tridente de piel roja con un serio problema de insolación. El mal no necesita exorcismos con crucifijos ni agua bendita, ni viene de un ídolo pagano que desentierran en alguna excavación milenaria de Africa Central. El mal real es la capacidad que tenemos nosotros los humanos (la "especie inteligente") de jodernos unos a otros. Y no, el mundo no se acabó, la famosa Bestia no se presentó, pero los actos propios de Ella andan por doquier, sin la mínima intención de terminar. Si hay algunos que quieren vivir en esta violencia perenne, felicidades, enciérrense en una isla para que puedan matarse entre ustedes. Los que no, esperemos que el crimen de Vanessa en Santiago haga reflexionar miles de cabezas.

La Bestia está ahí, pero no como todos se imaginan, y con esto no quiero ser religiosamente doctrinario. Por favor presten atención.