jueves, 14 de mayo de 2009

India X ojos # 9: Jaipur en 48 horas


Parada del tren en algún punto entre Delhi y Jaipur.


Cuando estos hindúes ponen "Estacionamiento General" en los sitios a eso mismo es que se refieren.


Monkey Palace. Como su nombre lo indica, un palacio (o ruinas de uno) donde lo que hay es monos. Casi me confunde, pero éste no es de ellos...


...Estos sí.


Más del rey mono en su palacio de piedras.


Sun Temple. Más arriba del de los monos. Desde aquí se ve todo Jaipur.


Como no le pueden poner a las vacas a jalar las carretillas (asuntos de santidad), les echan la mano a los camellos. Y vaya si resuelven.


El espía. Amber Town.


La familia. Amber Town.


Globalización. Amber Town.


Al pie del Amber Fort, con todos los elefantes que suben a los turistas. Mucho más divertido e hindú que subir en jeep.


Una de ellas, porque todas son hembras. No recuerdo su nombre ahora, con todo y haberlo preguntado tres veces.


Señora desconocida. Pero buen material para foto. Amber Fort.


El gran cielo azul. Amber Fort.


Ventana (obviamente). Amber Fort.


Aunque sea desmitificante de mi parte, les contaré el truco de los famosos encantadores de serpientes. Realmente, la cobra no está bailando. El tipo la lleva en una canasta, le quita la tapa y le da tremendo cocotazo a la serpiente en la cabeza con su flauta. La cobra se molesta (por supuesto), y se levanta en son de pelea. El "encantador" procede a tocar su instrumento y a moverse de un lado a otro y el animal sigue su movimiento, estudiándolo para ver por dónde le ataca, de ahí que parezca que baila. Y tampoco que el tipo esté en tanto peligro, pues ya de antemano a las serpientes les quitan el veneno. Es normal verlas a cada rato mordiendo la mano del encantador y tratando de escaparse. Total, el hombre la toma por la cola y la devuelve al cesto, listo para hacer su show a cualquier otro turista ingenuo que pase.


Delicadeza y serenidad en medio del caos.

jueves, 7 de mayo de 2009

India X 4 ojos #8: La música del tren


Crédito de imagen: Fuente Externa.

No debían ser aún las dos de la mañana. Iba en tren, en las literas económicas, y estaba acostado en la última cama de arriba de mi compartimiento. Es difícil decir cuál de todas es la más incómoda. Todas las luces ya estaban apagadas, y fuera de mi sólo se oían los ronquidos de algunos y el ruido de los rieles en el exterior. Ya son las dos. Aún creo que deben faltar más de 6 horas de camino hasta Varanasi.. No puedo dormir, tengo frío (por mi poca previsión de no traer mantas esta vez...debí saberlo). Escucho música en mis audífonos. En medio de la nada de un camino hindú, después de medianoche, escucho rock n roll. La próxima canción de mi lista empieza a sonar. Esa no quiero escucharla. Next. De repente, arrancan los acordes polvorientos del tema de Springsteen "Devils and dust". Y aunque habla de vaqueros y gente sin nombre en el oeste americano, de repente en este contexto en el que me encuentro ella toma aún más sentido. Miro a mi alrededor. Los pasajeros siguen durmiendo. Plácidamente, pero el sueño no oculta los golpes que la vida les ha dado a estas personas. Y me siento como si yo soy el protagonista de la canción que oigo. Estoy muy lejos de casa. Mi casa está muy lejos de mi. Este vagón de tren en el que estoy es un microcosmos de la mayoría de las emociones conocidas por la humanidad: a lo largo del viaje vi gente reir, escuché niños llorando, observé personas que no pudieron conciliar el sueño y me devuelven la mirada en silencio. No sé si Dios está de nuestro lado ahora o no. Tengo el dedo en el gatillo y siento como los rieles rechinan con más fuerza en una curva. Afuera está completamente negro. No se puede ver. Aún del otro lado del mundo, y aunque las canciones traten sobre historias muy específicas, podemos relacionarnos con ellas no importa nuestra latitud. Y ahora, tratando de acomodarme por enésima vez y de abrazarme a mi mismo para quitarme el frío, cierro mis ojos y siento que vuelo fuera del pentagrama a la velocidad del tren. Dejé los diablos afuera, pero tengo el corazón lleno de polvo. Ya son las dos y cinco.