sábado, 21 de noviembre de 2009

Diario de los sueños #4: El gritar antes de estrellarse.

Karim se vio en lo que sin duda era el auto de su madre. No podía equivocarse, todo estaba como generalmente está en ese vehículo: la multitud de papeles regados, servilletas y la caja del cassette de música instrumental no dejaba lugar a dudas de en dónde se encontraba. Por si acaso le quedaba alguna, la imposibilidad del carro de encender sin aplicarle el truco especial anti-ladrones, terminó de disiparla. El no estaba muy seguro de recordar qué estaba haciendo ahí, pero la sensación de urgencia prohibida que caminó por su espalda le dio a entender que andaba fugado, así que lo que debía de hacer, era mejor hacerlo rápido. Puso en marcha el Corolla azul y despegó.

Se ve entonces en una carretera, amplia y asfaltada, pero polvorienta. Karim mira el camino en un trance casi hipnótico, como si alguna fuerza sobrenatural e inexplicable condujera su rumbo. Sin casi darse cuenta, toma una marginal a la derecha de la carretera, y dobla en un camino de tierra menos de cien metros más adelante.

El tramo de tiempo comprendido entre donde Karim llega a su destino hasta el viaje de regreso es un poco confuso para él. Exactamente no logra recordar con claridad qué era lo que estaba haciendo en ese lugar. A su mente llega una casa enfrente de un solar rodeado por cercas de palos y alambres de púas, un perro que huele sus zapatos y sus pantalones, caras lejanamente conocidas, un paquete que le entregan, y un olor a cebolla, que no era de la casa donde se encontraba. Hay un lapso en el momento donde se ve despidiéndose y en el que se ve dentro del auto tratando de encenderlo, pero sin éxito. Se siente ahora asustado. Un carro dañado dentro de una circunstancia de fuga no es el mejor escenario en el que quiere encontrarse, menos aún conociendo la clase de reacción que eso desencadenaría.

En momentos cruelmente excruciantes, Karim logra encender el vehículo, y toma carretera de nuevo. Se ve a si mismo en la misma situación de la ida, mirando el camino enfrente que parece no moverse, aunque el paisaje cruzando a excesiva velocidad por las ventanas laterales se mantenían diciéndole lo contrario. En una fracción de segundo, el sueño se vuelve confuso. Ve autos haciendo maniobras peligrosas delante del suyo, él trata de esquivarlos, rebasa uno, siente las gomas resbalar,un chirrido, se va deslizando un poco de lado, y justo en ese momento, donde siente retomar el control de nuevo, ve que sale de la nada, y justo enfrente a él, un camión enorme, que toca una bocina cuyo eco resuena por segundos, el pequeño bulldog de plata del frente acercándose cada vez mas veloz y amenazadoramente, haciéndose más grande. En respuesta, Karim grita horrorizado, cierra los ojos, e igual que con la bocina del camión, el grito se mantiene sonando en su mente incluso instantes después de por el susto haberse despertado.