sábado, 2 de noviembre de 2013

Pop 365: Las consecuencias

A más de dos semanas de haber terminado el reto de Pop 365, aquellos que me han estado preguntando recientemente tienen toda la razón: hay días en los que no encuentro qué hacer - además de descansar y no ponerle mucho la mano al lápiz. Supongo es normal. El estar todo un año pendiente a una disciplina de producir un resultado deja su indeleble huella una vez que se ve uno libre de ella. En estos tiempos en los que he podido guardar un poco de distancia en lo referente a la obra y verla completa, a la pregunta que más trataba de buscarle respuesta era a la de si había valido la pena. ¿Aprendí algo? ¿Soy un tipo diferente al que empezó a dibujar y escribir de esa manera hace un año atrás? ¿Mejoraron mis habilidades aunque sea un mínimo?

Les desilusionará la contesta a tan filosófica premisa, pero les digo que eso no me corresponde a mí responder. Decir "soy mejor ahora que antes" viene con un marcado sabor a egocentrismo que por lo general no es nunca tomado muy en serio, no obstante sea eso cierto. Pero, reflexionando sobre el trabajo completo, hay seis cosas que no puedo dejar de mencionar, ni ser tan estúpido para no ver:

1-) La inyección de autoconfianza que viene al terminar un reto de este magnitud es considerable. Hace que uno se sienta que después de todo no era tan malo como se creía - el proyecto y sobretodo uno mismo. El aire de superhéroe que le deja a uno, dura varios días. Su efecto es encantador.
2-) La búsqueda de inspiración pasó de ser hecha en lo exterior, para pasar al interior, y luego una curiosa amalgama de ambos. A veces da un poco de miedo mirarse sus propias profundidades, puede que no nos guste lo que veamos. En lo personal, a mí no siempre me gustaba, pero para bien o mal, era mío. Eso le hace tomar una apreciación distinta, y nadie más que yo debe meterse con eso.
3-) Mi mano sobrevivió. Temí por ella debido a razones físicas que me afectaban desde tiempo atrás, pero se portó de lo más bien. Se levantó ante las circunstancias. Es motivo de orgullo.
4-) El contacto por redes sociales (y físico) con gente que seguía esto fue excelente. Me acerqué a personas que no conocía tanto y puertas desconocidas fueron abiertas. Al final del día, eso es duradero. Y extremadamente satisfactorio.
5-) Las motivaciones para hacer las cosas, por fuertes e inamovibles que parezcan, expiran. Es doloroso e incómodo cuando sucede pero la buena noticia es que las mismas pueden ser transferibles. Y quizás tomen mejor forma.
6-) Desde antes de la mitad de los 365 dibujos (o 366, como realmente resultó), tenía ya la idea de cómo quería que fuera el último. Debía ser exactamente el mismo que el principio. En el comedor, viendo al espejo, sosteniendo una pluma, como símbolo de que todo había completado su ciclo y de la manera en que las cosas cambiaban a lo largo de un año, tanto espacial como estilísticamente. Al llegar el momento y tenerlo terminado, puse los dos uno al lado de otro para compararlos. Sin miedo puedo decir que se me cayó la quijada. Es bastante seria la noción de que el tiempo pasa, y se nota. No sólo se ve en las cosas nuevas que habitan en un lugar y antes no estaban ahí (léase: regueros), o en los cambios físicos de una persona. Está también en cómo ese "paso del tiempo es representado".  Y para mí, es la mejor prueba de si realmente valió la pena o no, o si en algo cambié. Pero no se lleven solamente de lo que les digo, por favor véanlo ustedes mismos:


Tal como decía al principio, no me corresponde a mí juzgar. Háganlo ustedes si desean. ¿Fue bueno el ejercicio?

*Gracias a la Malaguezzña por tan buena puntería en el #2. Se le debe esa idea.