domingo, 1 de abril de 2007

El loco de la vía


Es el mismo, de la casa barata, chata, hecha de lata que cantaba junto con el perro puntiagudo de alma de felpudo canciones de Silvio que el mismo trovador se había olvidado escribir. Abrió la ventana y respiró el aire del tren que se llevaba sus sueños para no desembarcar en la próxima estación. Pensó que si gritaba la palabra libertad le tomarían más en serio o despertaría más conciencias. Se equivocó, al igual que la mayoría de nosotros. Sólo le quedó la luna cantando sus desgracias y las gallinas que revolotean en lo que otrora era su sitio. El mundo siguió andando y mientras, todos nosotros nos seguimos ahogando.