miércoles, 10 de octubre de 2007

La máscara de pelos

Hay momentos en el día en los que me topo con un espejo y no puedo dejar de mirarme. Especialmente mi barba, ya de dos meses. Siempre hay un instante en la que la veo tan tupida y en peligro de salirse de control que me digo a mí mismo que ya es hora de rasurarla, acción que acompañada de un ligero corte de pelo no caería nada mal.
Sin embargo, algo en mí se resiste. Tal vez la costumbre de ya levantarme todos los días y vérmela puesta, tan serena y ella. O quizás es que ella me sirve como un muro protector entre el mundo de afuera y yo, donde ella asemeja la forma de una máscara tras la que me escondo y puedo observar lo que me rodea desde al lado del camino. Rasurarla entera significaría exponerme, en cierta forma desnudarme y en estos momentos parezco no contar con la suficiente preparación para eso.
Me costará un día de éstos levantarme con la decisión entre los brazos y tirar una moneda al aire para decidir el futuro de mi armadura de pelos. Seguramente de no obtener la respuesta deseada tiraré la moneda varias veces más hasta conseguirlo. Mientras, la barba y las gafas me dan la ilusión del anonimato que no es que precisamente esté buscando, pero que no estoy seguro de querer dejar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto que has escrito me llega muy especialmente, pk a veces quisiera desaparacer del mundo, o no desaparacer sino hacerme a un lado y tomar el papel de un simple expectador pk, en este mundo donde todo tiene su ritmo tan acelerado, de vez en cuando es necesario respirar por un momento y solo observar ... aunk sea solo para caer en cuenta de en k pedazo del universo estamos parados. Supongo tambien que deber ser una forma de estar a salvo del mundo, lo cual es imposible pk la vida y el tiempono perdonan. De nuevo otro exito sacado de las aventuras de la cotidianidad.
Ada ..................