jueves, 7 de mayo de 2009

India X 4 ojos #8: La música del tren


Crédito de imagen: Fuente Externa.

No debían ser aún las dos de la mañana. Iba en tren, en las literas económicas, y estaba acostado en la última cama de arriba de mi compartimiento. Es difícil decir cuál de todas es la más incómoda. Todas las luces ya estaban apagadas, y fuera de mi sólo se oían los ronquidos de algunos y el ruido de los rieles en el exterior. Ya son las dos. Aún creo que deben faltar más de 6 horas de camino hasta Varanasi.. No puedo dormir, tengo frío (por mi poca previsión de no traer mantas esta vez...debí saberlo). Escucho música en mis audífonos. En medio de la nada de un camino hindú, después de medianoche, escucho rock n roll. La próxima canción de mi lista empieza a sonar. Esa no quiero escucharla. Next. De repente, arrancan los acordes polvorientos del tema de Springsteen "Devils and dust". Y aunque habla de vaqueros y gente sin nombre en el oeste americano, de repente en este contexto en el que me encuentro ella toma aún más sentido. Miro a mi alrededor. Los pasajeros siguen durmiendo. Plácidamente, pero el sueño no oculta los golpes que la vida les ha dado a estas personas. Y me siento como si yo soy el protagonista de la canción que oigo. Estoy muy lejos de casa. Mi casa está muy lejos de mi. Este vagón de tren en el que estoy es un microcosmos de la mayoría de las emociones conocidas por la humanidad: a lo largo del viaje vi gente reir, escuché niños llorando, observé personas que no pudieron conciliar el sueño y me devuelven la mirada en silencio. No sé si Dios está de nuestro lado ahora o no. Tengo el dedo en el gatillo y siento como los rieles rechinan con más fuerza en una curva. Afuera está completamente negro. No se puede ver. Aún del otro lado del mundo, y aunque las canciones traten sobre historias muy específicas, podemos relacionarnos con ellas no importa nuestra latitud. Y ahora, tratando de acomodarme por enésima vez y de abrazarme a mi mismo para quitarme el frío, cierro mis ojos y siento que vuelo fuera del pentagrama a la velocidad del tren. Dejé los diablos afuera, pero tengo el corazón lleno de polvo. Ya son las dos y cinco.

1 comentario:

Libelula De Azul dijo...

Este relato es envolvente... Uno se puede imaginar el escenario, y sentir el frio, mientras India duerme al rededor...