jueves, 29 de diciembre de 2011

Las parcelas del Paraíso

Crédito de imagen: Fuente Externa.

Esta mañana leía en internet sobre un hecho que ocurrió en la Basílica de la Natividad, en Belén. Este templo, como bien sabrán los entendidos, fue construido por el emperador Constantino en el mismo lugar en que según la tradición, nació Jesús (música coral, por favor). Dicen que está "celosamente guardado" por autoridades de la Iglesia Ortodoxa Griega, la Iglesia Apostólica Armenia, y la Católica, y que como muestra de "entendimiento", cada una tiene un área asignada específica dentro del templo y nadie puede pasar de ésta, bajo pena de problemas (de ahí lo del "entendimiento"...Música de Wagner ahora, si son tan amables). Ayer 28 de diciembre, clérigos de estas diferentes iglesias comenzaron a acusarse mutuamente de haber traspasado los límites correspondientes, y como a nadie le gusta reconocer cuando está equivocado, especialmente si son religiosos, se fueron literalmente a los escobazos. Digamos que fue un pleito "de fronteras". Pueden leer la fuente de la información en este enlace:

http://blog-sin-dioses.blogspot.com/2011/12/creyentes-de-diferentes-credos-se.html

La ventaja de escribir es que entre un párrafo y otro puede pasar determinada cantidad de tiempo por parte del autor para escribirlo y nada de eso afecta el ritmo o la fluidez de parte de quien lo lee después. Por eso, puedo darme el lujo de matarme de la risa al ver de nuevo la nota del enlace que puse más para arriba y volver tranquilamente al rato a la redacción de este post. En éstas es que ya está el mundo ahora. Con el perdón de todos: nos jodimos.

Pero no traigo a colación el episodio de los escobazos para burlarme, ni muchos menos para hacerme el gracioso y buscar que los que me leen se rían. Lo menciono porque trajo a mi mente una calurosa mañana de marzo en los tiempos que todavía estaba en el bachillerato, tal vez en Segundo, dos horas antes de la salida, aburrido y hambriento a morir. La clase era de Lengua Española, y por razones que ahora mismo no alcanzo a recordar, la temática empezó a girar alrededor de temas religiosos. Afortunadamente para la profesora, letradísima señora a quien respeto mucho, tales cambios de dirección no le molestaban en lo absoluto, pues ella era (o es, vive aún) de estas personas capaces de seguirle el ritmo a conversaciones bifurcadas y después de encontrar la manera de volver a la idea principal sin bache alguno de lógica (eso, mis amigos, es un arte).

El caso es que hablaban del Paraíso, sobre cómo la idea del mismo cambia de persona a persona y dependiendo de cultura o religión. Unos se lo imaginaban como estos jardines frondosos, llenos de animales y niños sonrientes cargando cestos de frutas, iguales a los que salen pintados en las revistas de Atalaya, mientras que otros decían que era más un estado mental de paz y satisfacción. Luego, para hacer más gráficas las cosas, se imaginaban si había o no portones para entrar, timbres, seguridad, si San Pedro tendría ayudantes, y si el famoso libro con los nombres era enserio un libro impreso o ya estaba computarizado. Y por supuesto nunca faltaban los ultraconservadores que decían que 1-) no podía estar computarizado porque Bill Gates era el Anticristo (no hay sentido en usar en el Cielo un invento suyo) y 2-) para accesar había que ser cristiano y rezar el rosario todos los días, sin decir de ir a misa más leer la Biblia. De no hacerlo, pues no había chance: infierno con él. Como siempre hay un alborotador que lo cuestiona todo, se me ocurrió preguntar qué pasaría con grandes personas de religión distinta, como por ejemplo, Gandhi. No seguía el dogma precisamente cristiano, pero era merecedor de al final de sus días estar en un lugar como el Paraíso, de éste existir. Después de tanto afanar en la vida, no decir recibir tres tiros de un loco extremista, no estaría mal pasar la eternidad en un sitio chévere.  "Lo siento, si no aceptó a Cristo, no va para el cielo", dijo la persona.

Par de intercambios de respuestas en contra para ambas direcciones, tanto mía como de la otra persona, vencidos al final nos volteamos al unísono para mirar a la profesora, con el deseo que dijera un comentario que salomónicamente le diera la razón a uno de los dos, a ver si así terminaba la discusión. En su mejor estilo Clint Eastwood versión Viejo Oeste, la maestra se tomó su tiempo. Respiró hondo. Tamborileó el escritorio con los dedos de una mano. Miró a su alrededor sin mover la cabeza. Le faltó sólo el pedazo de rama colgándole de los dientes, y la bola de paja que el viento hace rodar a través de las filas de asientos del curso.

"Les diré qué creo yo", terminó por decir. "Yo no creo que el Paraíso, si de verdad existe, y eso yo no lo sé, esté dividido en parcelas o solares. Que llegue alguien y lo reciba San Pedro y le diga tras revisar una lista, '¿Evangélico, no? Al fondo a la izquierda, la verja dorada'. Y al segundo, '¿Adventista? Cincuenta metros a la derecha, y no te vueles para donde los Católicos, so pena de castigo'. A mí me gustaría pensar que si muero y llego a ese sitio, me harán solamente dos preguntas: '¿Creíste y amaste con todo lo que pudiste a lo que sea en lo que creíste? ¿Amaste y respetaste a tu prójimo? ¿Sí?...Entra pues, eres bienvenido'".

Tras pocos silenciosos segundos en lo que la respuesta llegó hasta el último rincón del curso, seguramente el pleito siguió en otra dirección después, pero yo ya no podía oír la algarabía alrededor de mi. Lo que recién habían dicho era una de las cosas más hermosas que en la vida he escuchado, independientemente sea uno creyente o no, y aún ahora más de quince años después, ese puesto se mantiene inalterable en mi Top Ten de Cosas Bien Dichas que le oí decir a alguien. Quizás a estos ridículos en sotanas que se están dando de escobazos en navidad dentro de una iglesia en la que todos ellos para colmo veneran exactamente lo mismo, no les vendría mal una calurosa mañana sentados en un aula con esta señora. Quizás puedan aprender lo que en el seminario nunca en la vida les dijeron. Y claro, sin escobas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena historia, me gustó mucho. Es curioso y hasta irónico, lo que se supone debe unirnos (Dios, religión, etc.) es lo que más nos separa... con el agravante de que al final todos creen en lo mismo pero de distinta forma :\

Sarah dijo...

Wow, K, como siempre, recordando cosas de antaño para equipar de saber el presente. Dicen que el que no recuerda su historia está condenado a repetirlo, y te soy muy agradecida por recordarnos esas cosas del pasado que pudimos, o no, haber vivir juntos.

En cuanto al tema, tu, mejor que nadie conoce que para mi el bachillerato fue tan incómodo como mi vida religiosa. He pasado por cuanta religión existe buscando "la verdad" para descubrir que la verdad absoluta no existe, que Dios es lo que se quiere que sea, cuando se necesita que sea, y que hay que hacer de la vida, y de uno mismo como individuo lo mejor que se pueda hacer, de acuerdo a la verdad que existe en cada uno de nosotros. Las religiones, y los temas religiosos me tienen harta, aunque siempre consiguen fascinarme, pues exponen al ser humano en su faceta más irracional, lo que a su vez presenta un interesante caso de estudio psicológico. Creo que me estoy yendo muy lejos con este comentario.

En fin, me alegra que trajeras a colación esos tiempo, ese comentario maravilloso de esa maravillosa maestra (que yo también conozco muy bien) y que lo relacionaras tan asertivamente con el hecho de payasería absurda sucedido en la Capilla de la Natividad.

Un abrazo, K! Enhorabuena!

Karim López dijo...

Ya lo sabe, Sarah....
Un abrazo!!!
.-K

Anónimo dijo...

"¿Creíste y amaste con todo lo que pudiste a lo que sea en lo que creíste? ¿Amaste y respetaste a tu prójimo? ¿Sí?...Entra pues, eres bienvenido'"
Wao, me devolví tres veces a re-leerla. Eso es lo verdaderamente importante.

No sé por qué los temas de religión usualmente teminan en discusión. Los evito.

MIQ