martes, 11 de noviembre de 2014

Recuerdos de La Isabela: Parte 01

Si el mosquitero es un cielo negro plagado de estrellas, tan negro como el más oscuro de los remordimientos, no importa tanto que algunos mosquitos vuelen debajo de él zumbando en nuestros oídos cantándonos canciones de su pueblo. A final de cuentas, el mismo aplauso cortés que nos corresponde como público se convierte en una forma de exterminarlos diplomáticamente, y siempre podemos levantarnos de nuestro cómodo sofá desde donde se ve la madera del kiosko dibujada por la tenue luz, y movernos de sitio para forzar la vista un poco y tratar de adivinar el mar, ahí a varios metros de nuestras narices, aunque sólo en este momento podamos escucharlo, insistente sobre las rocas. Todo respeto para las estrellas, pero la luna todavía es mejor luminaria, no podemos ver el mar. Tampoco es que haya quejas; en este momento hasta los mosquitos pueden unírseme sin miedo a que los asesine. Por hoy, ahora mismo, no quiero que amanezca.

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