(09/31j). Lo precioso es mío, y su cofre cubierto de membranas radica en mi interior. Para quitármelo, tendrán que abrirme y desenredar el tejido, y aún así el tesoro se resistirá a salir. Eso pasa porque es mío, y yo suyo, y las líneas de pertenencia se esfuman hasta hacerse imperceptibles. Lo precioso nunca puedo perderlo. El tesoro siempre estuvo ahí.
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