sábado, 24 de septiembre de 2005

Ella y El: Versión aeropuerto.


Como era su trabajo habitual, el joven al tope de la escalera abrió la puerta del avión, y tras intercambiar unas palabras con la que se suponía era la aeromoza a cargo, se echó a un lado para permitir el paso de las ciento y tantas personas ansiosas por poner los pies en tierra firme que para colmo era propia de ellos.

Desde abajo El observaba el desfile rutinario de caras anónimas que bajaban las escaleras para que, una vez cruzaran las puertas de inmigración como a quince metros más adelante, se perdieran dentro de la transparencia de los cristales y no volverlos a ver nunca más. Al fin y al cabo no los conocía, y sabía que al día siguiente volvería a ver el mismo espectáculo aunque con actores diferentes. Su labor en ese momento era proceder al chequeo municioso de la cabina de la aeronave, así que esperó a que el joven bajara por las escaleras y siguiera la estela de los pasajeros en caravana para subir él.

Todo era por el librito, así que no había porqué perder tiempo: sacar las sábanas y ordenarlas, abrir las compuertas superiores de equipajes de mano, recoger un poco de la basura que los pasajeros (dominicanos a fin de cuentas) siempre dejaban sobre la alfombra, y voltear los cojines de los asientos (con el post-11 de septiembre, la paranoia llegó a un punto de que nadie sabe quién puede dejar una bomba escondida abajo de uno). Sin embargo, apenas subió, la vio a Ella.

No fue un encuentro estilo telenovelas, o mejor aún, parecido al del profesor Jirafales y Doña Florinda en las series del Chavo, con música y todo (y ni hablar de la famosa tacita de café), pero fue lo suficientemente "mindblowing" para sacarlo de sus casillas por unos instantes. Ahí estaba; si extendía su brazo podía tocarla. Dormitando sobre uno de los súper cómodos asientos de primera clase, con el brazo apoyado en la ventanilla, y su cara hundida en una mano. Al sentir la presencia de personas caminando por el pasillo, se despabiló un poco, se estrujó los ojos, y miró hacia donde El estaba sin tal vez prestar mucha atención. En ese momento, el mundo de El se detuvo. Pudo ver a sus otros compañeros de trabajo detenidos y hasta un vaso de agua que por casualidad se caía suspendido en el aire con todo el líquido a medio caer entre el suelo y siete pulgadas más arriba en el espacio. Los sonidos se disiparon salvo el latir de su propio corazón vibrando al compás del parpadeo de los ojos de Ella.

Sonrió brevemente, pero no pudo darse cuenta de si mantuvo la sonrisa por mucho rato. Lo único que sí supo fue que se detuvo a observarla, en su uniforme color azul oscuro, donde se destacaba el ala de identificación de la aerolínea pocos milímetros por encima de su pecho. Miró su rostro, y se percató en la larga melena café que le enmarcaba la cara, un poco sonrojada quizás por la admiración de que era presa, y aunque con segundos de "delay" pudo notar la sonrisa cálida de saludo que se dibujaba en el rostro de Ella. (Tiempo detenido aún...tac tac) Hombre como era, no pudo evitar dirigir su vista hacia las piernas de Ella, aunque insconcientemente se recriminó el hecho. Las vio cruzadas,con la falda ejecutiva un poco levantada, con las medias oscuras casi esculpidas sobre su piel, abundante sin caer en lo excesivo, agradable sin rayar en lo meloso. Se permitió a regañadientes unos segundos de vulgaridad para pensar en lo bueno que sería acariciarlas, pero en seguida se retractó.

"Ho..hola", dijo extendiendo la mano en señal de saludo. Y en un gesto de atrevimiento que pocas veces se concede, le dice: "¿Cómo te llamas? Eres la más bella de todas las azafatas que han venido por aquí". Ella por supuesto se sonroja más y le agradece, y en un intento de tal vez no tener tanta presión de hermosura encima, le responde que a su entender la más linda es una rubia gringa que viene con ellos. El se vuelve a ver la susodicha y efectivamente encuentra a todos sus compañeros descuidando el chequeo de asientos para tratar de sacarle conversación, supervisor incluido, aunque piensa que tal vez es un poco vieja. Sin embargo, a él no le importa. Tiene ante sí al ser más bello de todos cuanto vuelan entre los hierros protegidos de la aeronave (a su gusto,al menos), y no piensa cambiarlo por rubias platinadas venidas de continentes imperialistas (y mejor para El, que no habla mucho inglés tampoco).

"¿Tienes mail? Me encantaría escribirte" volvió y le dijo, y apenas vio como Ella se inclinaba a buscar algún pedazo de servilleta para apuntarlo. El sonrió por dentro. Nunca se permitía a sí mismo ser tan arretado y sin embargo le funcionaba. Pero con tan mala suerte que en el mismo momento en que ella tocaba levemente la mano de El para alcanzarle el papel, sentía en su espalda los brazos de su supervisor que lo empujaban. Al parecer no le salió nada con la rubia gringa y venía a desquitarse. "A trabajar, coño...que este vuelo hay que sacarlo a tiempo". Sintió también como lo llevaban cada vez más lejos del ser que lo tenía pasmado y le asignaban tareas que implicaban (a propósito) bajarse del avión. "Maldición, esto no puede estar pasando", pensaba. Y apretaba los puños para no hacer algo peor.

El resto del tiempo se la pasó tratando de buscar una excusa para subir a la nave y verla de nuevo, sin éxito. Tuvo que tragar saliva duro cuando tenía que cederle el paso al mar de pasajeros que subían locos por largarse (y mandaba al diablo la temporada alta de viajes, que producían escenas como ésta). Hizo un último intento de subir al querer llevar un equipaje de alguien dizque para ayudar, sólo para encontrarse que el mismo joven de una hora antes que abría la puerta del avión bajaba para quitárselo de la mano "Déjalo, yo puedo". Slip. Y dijo hasta malas palabras en francés cuando las puertas se cerraron, la nave hizo su recorrido en reversa y momentos después se elevaba por los aires para perderse en las nubes hasta donde los ojos de El la pudieran ver.

Se lamentaba de que ni siquiera se asomó Ella por la ventanilla para despedirse, pero a fin de cuentas, ¿que quería? ¿Acababa de conocerla hoy y ya esperaba que ella se muriera por decirle adiós? ¿Quién sabe si ella es esposa de unos pilotos o de los ejecutivos de las aerolíneas que tienen dinero hasta para tirar para arriba? Tranquilo, lover, tranquilo. No se puede ser tan pretencioso para con los primeros encuentros. Con cierto alivio se metió la mano en el bolsillo y palpó la hoja con el mail escrito, y hasta lo sacó y lo observó por momentos. No pudo hoy, pero nunca se sabe. Ya vendrán otros días de vuelo y otras oportunidades de poderle hablar por más rato. Quizás es soltera. Quizás le encantan las playas de este país y viene pronto de vacaciones. Quizás tiene familia aquí. "Total.." pensó, y cambió de frecuencia en su cabeza (esta vez a una de FM)para una canción de Switchfoot que le encantaba y la fue tarareando gesticulando que tocaba una guitarra mientras le daba la espalda a la pista de aterrizaje, quemada por el sol de mediodía.

6 comentarios:

Karim López dijo...

To Skander...hope you like it

Anónimo dijo...

mmmmmmmmmm..........q decir de algo q realmente ta raramente apero...9segun mis gustos y puntos de vista)...no se me llamo la atencion.....

att:erica

Anónimo dijo...

Ella...te amo
Eres lo mas vividamente escrito en mucho tiempo.

Anónimo dijo...

Ella es la musa aeronautica definitiva. El necesita trabajar los ligues un poco mas.

Anónimo dijo...

ME GUSTA TU PAGINA ESTA VIEN PERO RE CUERDA QUE EL HOMBRE ES DUEÑO DE LO QUE CAYA Y ESCLABO DE LO QUE DISE !! UNA PERSONA MUY SABIA LO DIJO UNA BES Y NO LO BOLBIO A REPETIR !!

att:Gam.

Ambar dijo...

Me gusto!, nunca me enamore mientras trabajaba en el aeropuero en ese linea aera que tiene mucha suerte para que se le caigan los aviones pero que a todo el mundo le gusta montarse a pesar de que hay competidores mas baratos que alla, tenia mis propios problemas fuera del aeropuerto, pero siempre añoro esos tiempos... cuando estaba alla estaba loca por salir de ese suplicio, cuando me fui lo extrañe intensamente. El hombre (la mujer, en mi caso) nunca esta conforme.