domingo, 22 de octubre de 2006

Sobre el darle a las cosas más mente de lo que se merecen

Nunca deja de sorprenderme el hecho de que nosotros, como seres humanos y de seguro única especia sobre este planeta que se preocupa (léase: "preocupar": volverse loco ) por las cosas que pasan y que posiblemente pasarán, a fin de cuentas seamos tan poco consecuentes cuando los hechos realmente suceden.

Y no es que estas cosas por las que pensemos tanto no tengan importancia en sí, pues en su relativa medida las tienen, pero lo realmente sorprendente del caso es cómo no le damos ninguna una vez nos pasan por la vida y nos acostumbramos a dejarlas atrás. En el colegio, cuando éramos estudiantes de promoción a punto de salir para entrar en la universidad, era común encontrarse con las escenas de novelas de amigos y amigas abrazados casi al llanto diciendo cómo nunca iban a olvidarse y cómo siempre iban a tratar de buscarse. Ahora, ya graduados de la universidad, te los encuentras por la calle y les preguntas por los otros y te responden: "Ni idea, yo tengo siglos que ni los veo". Cuando estaba a mitad de la carrera, y el 90% de mi vida transcurría entre las paredes y los árboles de la universidad, sentía que tendría una sensación rara el día que saliera de todo esto y no tuviera que volver a la PUCMM tan seguido. Par de años después, con una sola materia y con el 90% de mi vida transcurriendo fuera de ella, ni me sorprende ni se me hace un nudo en el estómago de pensar que no es el gran papelón el no tener que estar entrando por esa puerta todos los días. Es más, cuando lo hago ahora hasta me pesa.

Semejante pensamiento me ocupaba trabajando en el aeropuerto: "Vaya, esto es tan movido y dinámico que el día que no esté aquí me voy a sentir aburrido". Ahora que nuestra turbulenta historia de amor terminó y estoy por corto tiempo en la compañía de los desempleados, ni estoy aburrido ni me hace mucha falta. Es más, ahora disfruto de los fines de semana libre que por más de un año me estuve privando.

Y si nos ponemos, de seguro estaré tentado a pensar lo mismo respecto a la vida y la muerte: "La paso tan bien viviendo que cuando me llegue el momento me voy a cagar en los pantalones". Apuesto lo que me queda del dinero de la liquidación que cuando llegue y se pase a lo próximo que se tenga que pasar, ni me voy a enterar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese aeropuerto es una mierda...todos ahi dentro deberian saberlo.
ATT...

Anónimo dijo...

A veces a mí me asusta cuando pienso que algunas cosas que creía indispensables... ¡No me han hecho falta!

MIQ