domingo, 30 de septiembre de 2012

¡Hazlo de nuevo!

1:30 de la tarde. Me dirijo a un colmadito dos calles más atrás de donde vivo, y ya me voy arrepentiendo de haber venido. Camino por las aceras de concreto con los ojos cerrados, casi adivinando los obstáculos (siempren cambiantes) que la calle ofrece, y la razón por la que los llevo cerrados es porque el sol brilla demasiado fuerte en este día. El resplandor es prácticamente insoportable. En eso, y luego de saltar con pesadez una bolsa plástica que la brisa arrastraba en mi dirección, me le voy acercando al frente de una casa. Pintada en color limoncillo, jardín a un lado, amplia marquesina enrejada con gruesos barrotes, y al fondo, en la pared, una ventana en madera, entreabierta. Los matorrales del jardín no me permiten ver el número de la residencia, al lado de la puerta. Escucho detrás de la ventana la voz de un niño, en espíritu claramente de juego. Parece que deja algo caer. "¡Tac!", suena el objeto al chocar con el suelo. "tactactactac...", sigue sonando al rebotar y rodar. Aún con los ojos cerrados, sonrío, y sigo caminando. Niños...

"¡Tac!...tactactactactac....", escucho de nuevo. Parece que le cogió el gusto a tirar el objeto varias veces. Ya voy llegando a un extremo de la marquesina. Al terminar esta casa, hay un callejón a la derecha que debo tomar, en el que al final, a su izquierda, está el colmado al que voy. Ya casi.

"¡Tac!...tactactactactac...", y sigue. De Verdad que se lo está encontrando divertido. No lo es tanto sin embargo para la voz femenina que hace retumbar la sala con su tono de voz agudo y estridente. "¡Mira, coño!", grita, "¡Tira esa vaina de nuevo y tú vas a ver lo que te va a pasar!" Por la peculiar redacción literaria de la frase y la forma en que la dice, seguro que es su mamá. Ya voy a mitad de la marquesina. Por unos segundos, dentro de la casa no se escucha más nada.

"¡Tac!" Volteo la cabeza en franca sorpresa. Ohhh...Desafiante el niño. "...tactactactac...." "¡PAZZZ!", sonó la subsiguiente cachetada, con gusto, intensa, incluso antes de que el objeto terminara de rodar y chocar con alguna pared.  "¡Guaaaaaaaaa.....!", llora el crío en una admirable muestra de contener la respiración en un solo alarido.

Acelero el paso para doblar por el callejón. No quiero reírme en el mismo frente de la casa. Esos no son mis dramas, pero full que no puedo evitarlo. Me ayuda a hacer el resto del camino más llevadero.

Me pregunto si el niño seguirá igual de rebelde para cuando cruce de regreso. Fuera bueno...

2 comentarios:

Gla! dijo...

Ojala lo sea!!!! que nadie le quite la capacidad de perseverar... incluso su madre!!! jajaja
un abrazo Karim!

Karim López dijo...

Un saludo!!!
.-K