![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaa2-J1Xd_YOslQMJxr55lXFCwXbW2TWn2nPw9jNmdP7y21Okqwtjl93Ny5C03RWdch7wrNnMO5feOEkxMd8w40y3mDm2h50oZtWWpv5KFozprWSqSaJ9ftFHh4xtu5A7qiaM9/s400/4educacion.jpg)
Crédito de imagen: Fuente Externa.
Para no hablar de lejanía, les echo al ojo a los tipos que estudiaron conmigo, los niños ochenteros. Tampoco teníamos aire acondicionado, a mediodía ya estábamos en casa para comer caliente y ver al Chavo, igual teníamos que entregar los trabajos escritos a mano, y la Red era un lujo reciente que se empezó a introducir en las casas de algunos afortunados bien contados a mediados de la secundaria, cuando los años noventa iban ya en su curva final. Hell, mi primera computadora fue para cuando estaba ya terminando Tercero de Bachillerato. Sin decir que el internet no llegó a mi casa hasta mucho (mucho) después. Y también, aunque ya para ese tiempo la cesta de manzanas medio se empezó a podrir, se puede tomar a la mayoría de los que estudiamos en esa época y éramos aceptables en ortografía, sabíamos redactar bien, multiplicábamos sin calculadora, y si nos preguntaban en la calle quién era Luperón no pasábamos vergüenza.
Ahora me temo las cosas son diferentes. Los estudiantes tienen a su disposición herramientas con las que nosotros en nuestro tiempo nunca soñamos, no decir nuestros papás. El horario de clases casi se ha duplicado. Estudian varios idiomas, en la misma escuela. Las computadoras les han hecho sus vidas más fáciles. El programa académico está hecho para sacar de las aulas ejércitos de pequeños Dexters, genios en potencia listos para poner este país a valer.
Pero cada año veo que el asunto se pone más y más depresivo. Chicos recién graduados de secundaria con faltas ortográficas horripilantes, sin poder escribir una línea coherente aunque su vida dependiera de ello, pésimos en matemática e ignorantes al extremo de puntos importantes en nuestra historia, por decir sólo la nuestra. Típico de dominicanos, ahora queremos echarle la culpa a toda una serie de factores externos con tal de no reconocer nuestra propia falta de responsabilidad en el proceso. ¿Enserio que con asignar el 4% ya mágicamente se curará la epidemia burrística que en estos tiempos nos azota? ¿Tener butacas bonitas y paredes de concreto pintadas hace que un grupo de niños recuerden mejor quiénes son Duarte, Sánchez y Mella? ¿Puede todo el aparataje mediático de sombrillas y t-shirts y conciertos amarillos enfatizar lo suficiente la palabra mágica de todo este asunto, que es el CONTENIDO? Todo lo anterior influye, claro que sí. Es importantísimo. Sin mucho presupuesto no es mucho lo que se hace y eso se entiende. Pero la calidad y la permanencia de un contenido es una cuestión mucho más profunda que un 4% o que si hay o no escuelas y butacas, o si las mismas son estéticamente agradables. No nos dejemos confundir. Algo hacían bien generaciones pasadas que ahora las actuales no lo están haciendo, y se nota en los resultados. Por favor ya es tiempo de más chocolate y menos espuma. Es cuestión de todos.
2 comentarios:
Bien dicho! El problema no esta en el presupuesto, el problema son los maestros y alumnos.
Estoy de acuerdo en todo, pero honestamente, yo soy muy malo en matemáticas esa es la única materia que no se da (y creo que nunca se me dará) y por eso no me considero ignorante, porque en algunas cosas unos son buenos y en otras otros son malos, NADIE ES PERFECTO... y si concuerdo con que la educación de esta país es alarmante y hay que hacer algo urgentemente para solucionar este profundo problema.
Publicar un comentario