jueves, 31 de enero de 2013

Pop 365 - #109: Grave accidente o dolor en nuestra vida

(109/365; 16/30b). La verdad no supiera decir si el siguiente ha sido mi más grave accidente en la vida, pero sí sé que siempre que lo recuerdo un escalofrío aterrador me recorre la espalda. Con seguridad algo peor me ocurrió alguna otra vez, pero el día de hoy quiero dedicarlo a contar éste, cuya narración es un poco más dramática. Una vez, hace muchos años, andaba yo con el resto de los vecinitos montando bicicletas en el parqueo soterrado del edificio en que vivía (y sigo viviendo aún, el tiempo vuela). La idea era bajar a toda velocidad por la rampa de entrada, doblar por el centro en el estilo que los motoristas de carrera toman las curvas, casi con la rodilla topando el suelo, y subir por la rampa de entrada, para volver a repetir el mismo proceso, una y otra vez, hasta que una de nuestras madres nos llamara a cenar y ahí mismo se rompiera la taza. Habíamos jugado eso con anterioridad, así que ese día, como a las siete de la noche, todo era ya puro placer rutinario. Como siempre, me detuve a tomar aliento antes de bajar la rampa por primera vez, y me lancé pedaleando aún a sabiendas que de por sí iba ya rápido. Llegué hasta el sótano, y seguí con la carrera, pero para mala suerte mía no me había fijado que el suelo en el área donde debía de doblar, que es abierta arriba sin techo, estaba sumamente mojada. Alguna llovizna, quizás; no recuerdo si llovió ese día o no. El caso es que al doblar, incliné mi cuerpo más de la cuenta, y las gomas de la bicicleta resbalaron. Me fuí de lado, la bici cayó sobre mí y rodé con mi pierna en el asfalto, a la misma velocidad en que venía, todo el camino hasta estrellarme con una jeepeta estacionada como si estuviese esperándome. Resultado: el timón de la bicicleta vuelto un desastre, una goma fuera de sitio, la cadena rota y Karim todo agolpeado y con su rodilla raspada hasta que se veía la carne viva. Detrás mío, en el suelo, se marcaba el recorrido que había hecho entre señas de llantas, hierro y mucha sangre, que se mezclaba con el agua.  Como se imaginarán, entrarme a la ducha después fue todo un calvario para mi mamá (y toda una delicia para el resto del edificio, supongo, que oyeron mis gritos), y no recuerdo qué tiempo me pasé luchando todos las mañanas con la fucking gaza que se me pegaba a la herida mientras dormía; para arrancarla había casi que encomedarse a Dios. Y para colmo de males, la molestia era tan grande que hasta cojeaba un poco al andar. En los primeros días, si afincaba el pie, sangraba. Creepy. Obviamente esas son historias que se recuerdan ahora uno muerto de la risa, pero nada graciosa me la encontraba yo en el momento. Y hablando de eso, para que nunca se me olvide, aún conservo una ligera marca en la pierna de ese episodio. Digno "trofeo de sufrimiento". Venga.

6 comentarios:

Dark Angel dijo...

Jajaja! Un accidente que nos ha pasado a todos en igual o mayor medida, la mía fue con unos patines cuando estaba aprendiendo, apenas cuando ya había dado mis primeros pasos en ellos ya emocionada por el logro vino un vecino de esos tipo Nelson el de los simspons, y me dio tremendo empujón, como sabrás caí como un aguacate en el medio de la carretera, en el acto me quite los patines y renuncie de por vida, hasta el sol de hoy no he vuelto a ponerme patines con ruedas, jajaja...

Lauralaotra dijo...

El océano que nos separa no es suficiente para sentir el pavor del momento, la molesta gasa de después, la cojera y la cicatriz... mucho hemos pasado por eso... la niñez no tiene barreras! (ni las travesuras)

Karim López dijo...

Todos estamos en la misma familia jejeje
.-K

Sofi Zermoglio Ardoy dijo...

Muy buen recuerdo!!!!!!! a pesar de la peligrosidad del hecho; de lo que saliste lastimado, es lindo recordad que uno está vivo a pesar de las "macanas" que se ha mandado. Digo, haber hecho eso, sin tomar conciencia de la peligrosidad a la que te exponías, significa que eras un niño libre de prejuicios ajenos. Me encanta!!!

Camus dijo...

jejejee

Natividad dijo...

Que manera de contar las cosas. Wow!

Naty