Dice el relato que una persona acariciaba un gato, para sumo placer de éste último, que ronroneaba delirantemente. Cuando se lo encontró suficiente, la persona retiró su brazo para dedicarse a otra actividad, y fue sorprendida por un zarpazo del animal justo en su mano. Ambos clavaron sus miradas. La petición era más que evidente. "A ver, humano, ¿acaso te di permiso para que te detuvieras?", parecía expresar oprobiosamente el gato con sus ojos profundos. El mensaje fue captado, y segundos después, el hombre volvía con su acción acariciadora. Moraleja: los gatos dominarán primero a los humanos, y luego al mundo.
3 comentarios:
...y nos atrevemos a decir "sí... soy su dueño" Jajajajajaaaaaa... ilusos!
....ilusos...
.-K
Jajaja por eso no me gustan los gatos, siempre he dicho que nos ven como sus esclavos, o a los amantes de su especie, jajaja
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