Los grupos de trabajo dentro de una oficina son casi como la
representación de una obra teatral conocida. Sabemos los personajes y
sus características, pero tanto los actores que los interpretan, así
como el escenario sobre los que se desarrollan, son distintos. Por lo
general, todos conocemos al más chico del grupo que siempre se está
durmiendo cuando las cosas se ponen lentas. La mujer más mayor a la que
todos le miran con cierto respeto en lo que ella trata de hacerse más
"accesible a nuestras edades". Aquel cuyo rango de atención es
supersónico; no se le escapa ni un alfiler cayendo en silencio desde la
esquina de una mesa. Aquella que el 90% de las veces no tiene la menor
idea de lo que pasa alrededor suyo, y así sucesivamente. Los caracteres
son como ropas que quedan colgadas en un closet esperando un nuevo
número de personas que entren al salón y simplemente se las pongan. Debo
confesar que el juego adivinatorio del cuál-es-cuál tiene su sabor adictivo.
1 comentario:
Vaya, vaya... veo que da lo mismo los kilómetros que nos separen... el ser humano es totalmente previsible!
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